El trastorno se suele iniciar entre los 14 y los 18 años, aunque en los últimos tiempos está descendente la edad de inicio.
La persona con anorexia experimenta un intenso miedo al aumento de peso, aunque éste disminuye cada vez más y de una manera alarmante. Se produce una distorsión de la imagen corporal, con lo cual quien lo padece se siente obligado a mantener la dieta. Su autoestima está esencialmente condicionada a la opinión sobre su cuerpo.
La persona con anorexia tiene, en general, una personalidad exigente y controladora asociada al miedo a la evaluación de los demás. Niega prácticamente siempre la pérdida de peso, por muy evidente que sea, y no suele tener conciencia de la enfermedad.
Esta mala nutrición llega a producir alteraciones, síntomas y trastornos muy graves, como hipotensión, alteraciones de la piel, caída del cabello, trastornos gastrointestinales, síntomas de ansiedad, depresión, tristeza, obsesión por el alimento y trastornos hormonales como el amenorrea (ausencia de menstruación en mujeres).
Es un trastorno mental y de comportamiento que suele tener la raíz en la falta de autoestima, excesiva autoexigencia o poca tolerancia a la frustración.
Generalmente viene precedida de numerosas dietas sin control médico. La restricción alimentaria lleva a un fuerte estado de ansiedad y a la necesidad de ingerir grandes cantidades de alimentos.
La persona enferma tiene dificultad para controlar los impulsos, lo que le lleva a ingerir a escondidas grandes cantidades de alimentos. Los consiguientes sentimientos de culpa y vergüenza le obligan a realizar una purgación (vómitos autoinducidos, abuso de laxantes o diuréticos), a mantener dietas estrictas o hacer un excesivo ejercicio para contrarrestar los efectos de la ingesta desmesurada.
Por norma general el peso es normal, incluso elevado, lo que dificulta detectar la enfermedad.
Los síntomas más frecuentes son comer compulsivamente y a escondidas, una excesiva preocupación relacionada con la comida y con el peso, conductas para compensar la ingesta excesiva, erosión del esmalte dental y los cambios de carácter: depresión, tristeza, culpa, odio hacia uno mismo.